La actriz adoptó a sus hijos Dexter y Duke después de los 50 años, forjando vínculos íntimos lejos del estrellato y las convenciones familiares tradicionales.
Diane Keaton rompió las expectativas al decidir ser madre ya entrada en la madurez. A sus cincuenta años, abrazó la maternidad por adopción y dio la bienvenida a Dexter, en 1996, y luego a Duke, en 2001. No fue un impulso irracional, sino una elección consciente: en distintas entrevistas confesó que la maternidad fue una idea que fue madurando con el tiempo.
Lejos de las cámaras, Keaton mantuvo con sus hijos una relación auténtica y discreta. Dexter y Duke crecieron con libertad, lejos del ruido mediático, y sin presión para seguir los pasos artísticos de su madre. La actriz siempre valoró que ellos tuvieran sus propios intereses, sin que su fama definiera sus vidas.
En ocasiones puntuales, los hijos aparecieron públicamente junto a Keaton. Uno de los momentos más emotivos fue en la ceremonia de huellas en el TCL Chinese Theatre, donde asistieron para apoyarla, y ella mismo resumió el significado del gesto con una sola palabra: “Todo”.
Para Diane, la maternidad representó un desafío íntimo y transformador. Dijo que ser madre la hizo más paciente, más atenta, más humana. En su última etapa, ese legado personal convive con su obra en la pantalla grande, recordándonos que el rol de madre puede escribirse fuera de las fórmulas preestablecidas.











