La inteligencia artificial (IA) está transformando la forma en que los estudiantes aprenden y los docentes enseñan. Herramientas como ChatGPT, plataformas de corrección automática y aplicaciones de asistencia académica están ganando terreno en las escuelas y universidades de todo el mundo.

Mientras algunos celebran la llegada de estas tecnologías como aliadas del aprendizaje personalizado, otros advierten sobre la posibilidad de plagios, pérdida de pensamiento crítico y dependencia excesiva de las máquinas. La educación vive una encrucijada que obliga a repensar métodos y evaluaciones.

En Argentina, varios colegios privados ya integran IA en sus proyectos pedagógicos. Algunos capacitan a docentes para utilizar herramientas de generación de contenido, mientras que otros permiten que los alumnos las utilicen bajo supervisión.

Según especialistas en educación digital, la clave está en enseñar a usar la tecnología con criterio. «No se trata de prohibir, sino de enseñar a pensar con ella», afirma Laura Álvarez, experta en innovación educativa.

Además, organismos internacionales como la UNESCO ya trabajan en marcos éticos para el uso de IA en la educación, buscando equilibrar los beneficios tecnológicos con la formación humana y ética de los estudiantes.

El debate sigue abierto, pero una cosa es clara: la IA no es una moda pasajera, y su impacto en el aula apenas comienza.