¿Vale la pena arriesgar décadas de trabajo por vacunas de países que ni siquiera conocemos?

Argentina es uno de los pocos países que logró erradicar la fiebre aftosa con vacunación sistemática. No fue casualidad: implicó décadas de campañas sostenidas, controles sanitarios rigurosos, trazabilidad ganadera y cooperación público-privada.

Gracias a esa política, el país alcanzó el estatus de “libre de aftosa con vacunación” reconocido por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), condición indispensable para exportar carne a los mercados más exigentes del mundo.

Hoy, ese logro se pone en juego. Las nuevas normativas permiten ingresar vacunas extranjeras sin ensayos locales, con solo demostrar equivalencia en el país de origen. Pero no todo lo que funciona en otro ecosistema funciona en el nuestro. Las cepas pueden variar, la respuesta inmune también. Si una vacuna falla, el daño puede ser irreversible: brotes, cierre de mercados y una pérdida total de confianza.